Época de virus: La Gripe

Ya están aquí los mocos, las toses, los estornudos…, sobre todo si tienes niños pequeños a tu alrededor o como muchos, tienes que utilizar transporte público y estás en contacto con gente pocha todo el tiempo.

 

Pero, ¿es por el cambio de tiempo? ¿es que la humedad nos hace coger frío? Para responder a esas preguntas te dejo este vídeo:

 

 

Pero para centrarnos un poco, hoy vamos a hablar de la gripe.

 

¿Qué es la gripe?

La gripe o influenza es una enfermedad respiratoria contagiosa provocada por distintos tipos de virus muy parecidos entre sí.

 

Cuando estamos con alguien que tiene la gripe el virus puede llegar a nosotros de distintas maneras. Si la persona enferma tose, estornuda o habla cerca de nosotros, el virus sale del cuerpo y queda en el aire. También ocurre que si se suena los mocos, o se tose o estornuda en la mano y toca algo, el virus también se queda ahí.

 

Cuando el virus llega a nosotros, se «agarra» al interior de nuestra nariz o garganta (las mucosas) o incluso a nuestros pulmones, y provoca una infección por influenza. Y atentos que, como con la COVID-19, si tocamos objetos que tengan el virus y nos rascamos los ojos o comemos algo sin lavarnos las manos, el virus también «se agarra» a las mucosas y nos podemos enfermar.

 

Un ejemplo fácil. Estás en el autobús, alguien se tapa la boca con la mano para toser, y con esa mano toca la barra del autobús. Llegas tu a agarrarte a esa barra y cuando bajas del bus te apetece un chicle. Metes tu mano cochina de virus en el bolsillo, abres el paquete de chicles, te metes uno en la boca y ale…. Ya la hemos liao. Chicle con extra de gripe.

 

¿Cuáles son sus síntomas?

Por lo general pueden tenerse varios de estos síntomas cuando tenemos la gripe (como os digo muchas veces, no tienen porque aparecer todos, podemos tener unos sí y otros no):

  • Fiebre.
  • Escalofríos.
  • Dolor muscular.
  • Malestar general.
  • Tos.
  • Moqueo o congestión nasal.
  • Dolor de garganta.
  • Dolor de cabeza.
  • Fatiga.
  • En niños a veces aparecen vómitos y diarrea.

Y entonces… ¿Cómo lo diferenciamos de un resfriado normal? ¿O de la COVID-19?

Pues muchas veces, fijándonos sólo en los síntomas no podemos saberlo, así que lo más fácil es hacerse un test rápido. Una de las cosas buenas que nos dejó la pandemia fue la disponibilidad de tests para hacernos en casa, y muchos de ellos ya detectan gripe A, gripe B y SARS-COV-2 en el mismo test.

 

Sí todo sale negativo probablemente sea un resfriado común.

 

La gente que peor lo puede pasar con una gripe:

Aunque lo habitual en personas sanas es pasar la gripe hecho polvo unos días y después volver a la normalidad, hay personas que pueden sufrir complicaciones e incluso fallecer por una gripe:

  • Personas con 60 años o más.
  • Menores de 5 años.
  • Embarazadas.
  • Personas con enfermedades o trastornos crónicos (asma u otras enfermedades respiratorias, enfermedades cardiacas, obesidad, etc) y personas con medicación crónica que debilita su sistema inmune.

Algunas de estas personas pueden desarrollar neumonía, entre otras complicaciones graves, y llegar a necesitar ingresar en UCI. Añadido a que es más fácil que se colapsen los hospitales.

 

 

¿Cómo evito contagiarme?

Haciendo una cosa súper sencilla que evita muchísimas otras enfermedades, lavándote las manos con agua y jabón de forma frecuente.

 

En muchas ocasiones no podemos evitar estar en contacto con personas que tienen la gripe, por eso, sobre todo si vivimos con esas personas, se recomienda ventilar y limpiar superficies y objetos con los que la persona haya estado en contacto, e incluso utilizar mascarilla.

 

También es importante tener un sistema inmune fuerte, y para eso lo mejor es una buena alimentación, ejercicio físico y descanso. Pero para más información os dejo este otro vídeo.

 

 

Además, sobre todo en las personas que tienen mayor riesgo de tener complicaciones, es aconsejable vacunarse. Mucha gente piensa que si se pone la vacuna, enfermará de la gripe. Y aseguran que les ha pasado en años anteriores. 

 

Lo que normalmente pasa es que la vacuna necesita un tiempo para hacer efecto, y tal vez la persona se ha contagiado justo antes de vacunarse o sólo unos días después, antes de que a la vacuna le haya dado tiempo a hacer efecto. 

 

Y no sólo deberían vacunarse las personas vulnerables a sufrir complicaciones, se recomienda a los profesionales sanitarios que también se vacunen porque, aunque no tengan riesgo de complicaciones, en esta época van a estar más en contacto con el virus y tienen a su cuidados a personas vulnerables.

 

Os dejo más información sobre las vacunas y a quién se recomienda vacunarse más abajo en las referencias.

 

¿Y qué me tomo si tengo gripe?

Muchos querrían darme un porrazo si respondo «paracetamol y agua», pero para calmar el dolor y la fiebre no se puede hacer mucho más. Es muy importante mantener las vías respiratorias bien hidratadas para facilitar que combatan al virus, por eso nos sientan tan bien los calditos calentitos de mamá o de la abuela.

 

Y como no soy médico no voy a recomendar nada que salga de una farmacia, pero lo que sí os voy a decir es que LA GRIPE NO SE CURA CON ANTIBIÓTICOS, así que no se os ocurra tomar antibióticos de los que se quedan guardados en el cajón.

 

Si os sobran antibióticos de un tratamiento anterior los lleváis a la farmacia para que los tiren.

 

Si os contagiáis de gripe el tratamiento será para sobrellevar los síntomas, y lo mejor es lo que os aconseje el personal médico o de la farmacia, ya que cada persona es un mundo.

 

Desde mi punto de vista lo mejor que podéis hacer es intentar prevenirlo y proteger a las personas vulnerables a vuestro alrededor. Y es que en esta época empieza a enfermarse gente por todas partes y vivimos entre pañuelos, sueros (por las gastroenteritis) y termómetros. Espero que no os enferméis mucho.

 

Referencias:

 

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000080.htm

https://espanol.cdc.gov/flu/about/index.html

https://www.ecdc.europa.eu/en/seasonal-influenza

 

Vacunas 

https://www.sanidad.gob.es/areas/promocionPrevencion/vacunaciones/gripe_covid19/docs/RecomendacionesVacunacion_Gripe-Covid19_Sep2024.pdf 

 

https://www.sanidad.gob.es/areas/promocionPrevencion/vacunaciones/gripe_covid19/docs/RecomendacionesVacunacion_Gripe-Covid19.pdf 

 

Imágenes:

Foto de cottonbro studio: https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-en-blanco-hijab-cubierta-ella-cara-con-blanco-textil-4113974/ 

Foto de Polina Tankilevitch: https://www.pexels.com/es-es/foto/persona-mujer-medico-acostado-3873188/ 

Foto de cottonbro studio: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-masculino-enfermo-gripe-4114713/

 

¿Afecta el verano a tu microbiota intestinal?

¿Tienes cuesta ir al baño? ¿Te notas más hinchada? Estos pueden ser algunos de los problemas que trae consigo el verano y que están relacionados con nuestra microbiota intestinal. 

 

¿Qué es la microbiota intestinal?

La microbiota intestinal es el grupo de microorganismos que vive en nuestro intestino, lo que antes llamábamos «flora intestinal». Y no son sólo bacterias, también viven en nuestras tripas otros «bichejos»: virus, hongos como las levaduras y unas células especiales que se llaman arqueas.

 

¿Y sirve para algo?

Sirve para mucho. La microbiota intestinal hace muchas cosas buenas por nosotros. De hecho, cuando esa comunidad de vecinos que es nuestro intestino se altera, empezamos a tener problemas.

 

Por nombrar sólo algunas tareas, nuestra microbiota intestinal se encarga de:

 

  • Digerir y fermentar partes de alimentos que no hemos podido digerir en el estómago para conseguir energía y absorber más nutrientes.
  • Fabricar y liberar enzimas, hormonas y vitaminas como la vitamina K. 
  • Regular el metabolismo.
  • Luchar contra otros bichejos que puedan provocarnos infecciones (patógenos). 
  • Ayudar al sistema inmune. 

Gracias a todas esas tareas, muchos órganos y sistemas de nuestro cuerpo funcionan correctamente, por ejemplo, los músculos e incluso el cerebro.

 

¿Por qué están todos esos bichejos en mi intestino?

La respuesta es muy sencilla. Porque no vivimos en un ambiente estéril. Estamos rodeados de microorganismos desde que nacemos. Ya que es en ese momento cuando entramos en contacto por primera vez con ellos. De hecho, la microbiota de un bebé es distinta si nace por parto vaginal o por cesárea y si toma leche materna o de fórmula. 

 

Y es que el ambiente es diferente para cada uno de nosotros. Por eso no todos tenemos los mismos bichejos ni en las mismas cantidades. Nuestra microbiota es única, como una huella dactilar.

 

 

¿De qué depende nuestra microbiota intestinal?

Cada uno tenemos una cantidad de microorganismos distintos en nuestro intestino, cada uno con sus nombres y apellidos. Y varían dependiendo de muchos factores, entre otros:

 

  • La alimentación.
  • El ejercicio físico.
  • El sueño.
  • El estrés.
  • Si vivimos en el campo o en la ciudad.
  • Si estás tomando medicación (sobre todo antibióticos).

¿Cómo le afecta el verano?

Como veíamos antes son muchos los factores que afectan a nuestra microbiota intestinal y a su capacidad de hacer todas esas tareas beneficiosas. 

 

Así que te habrás podido imaginar que si durante el verano cambiamos nuestra alimentación, nuestra rutina de ejercicio físico y las horas y la calidad de sueño, los microorganismos que viven en nuestro intestino no van a estar muy contentos. 

 

Comemos más comida basura, picamos más entre horas y bebemos más refrescos y alcohol. Además, en verano trasnochamos más y dormimos peor por el calor. Y por si fuera poco nos volvemos más sedentarios

 

Pero es que además los cambios de ambiente y los viajes (sobre todo si son largos y suponen cambios horarios), también puede afectarnos. Eso por no hablar de que mucha gente no va a gusto al baño si no está en su casa.

 

Por eso probablemente estos meses hayas notado la tripa más hinchada, tengas más gases, estreñimiento….

 

Y no olvidemos que muchas cosas en nuestro cuerpo cambian con la estación del año. Recordad que seguimos unos ritmos biológicos, como los ritmos circadianos (que duran 24 horas).

 

Dependiendo de la hora del día o de la estación del año en la que nos encontremos, y por tanto, de las condiciones del ambiente (luz, temperatura, humedad, contaminación…), cosas como nuestros niveles en determinadas hormonas o nuestra digestión cambian. 

 

La investigación sobre los ciclos de 24 horas y su efecto en la microbiota es más robusta que los estudios sobre los cambios en la microbiota según la estación del año, ya que en muchos casos se relaciona con la mayor disponibilidad de ciertos tipos de alimentos. 

 

Pero tomemos la información con cuidado porque, como os digo, aún hay muchas cosas que no sabemos de esa comunidad de vecinos que tenemos en la tripa.

 

 

Pero, ¿y el calor? 

La temperatura forma parte del ambiente, y ya existen un montón de estudios sobre el calor y su efecto en la microbiota intestinal de distintas especies animales. Y sí, ya hay investigaciones de cómo afecta el calor a la microbiota intestinal en las personas.

 

El calor se considera un estresor. Y ya sabemos que el estrés tampoco le gusta a la microbiota intestinal. 

 

En un estudio publicado hace menos de 3 meses se vio que exponer a atletas a calor, algo que se suele hacer para mejorar el rendimiento deportivo, altera la microbiota intestinal. Lo que conluyó en este, y en otros estudios que te dejo en las referencias, es que cuanto más calor, menos sangre llega a nuestras tripas. Como veíamos cuando tratamos cómo nos afectan las olas de calor, la sangre se va a la piel para intentar enfriar los órganos internos. Así que el intestino recibe menos sangre, y con eso, menos oxígeno.  

 

Según distintos estudios, las altas temperaturas hacen que los microorganismos no puedan trabajar bien y provocan disbiosis, es decir, que todos esos bichejos pierdan su equilibrio. Y dos de las consecuencias de la disbiosis son la inflamación y la alteración de la permeabilidad, es decir, la capacidad que tiene nuestro intestino de dejar pasar los nutrientes (y otras cosas) a la sangre.

 

Estos cambios en la microbiota intestinal pueden provocar la aparición de ciertos trastornos y que sea más fácil tener una infección. De hecho, la disbiosis se ha relacionado con enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, enfermedades metabólicas, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedades autoinmunes, incluso enfermedades mentales. 

 

Todavía desconocemos muchísimas cosas sobre la microbiota intestinal. Pero parece que las altas temperaturas estresan nuestro sistema nervioso y nuestro sistema inmune. Así, empiezan a llegar señales a nuestro intestino, a través de neurotransmisores y hormonas, que le dicen a la comunidad de bichejos que algo no va bien.

 

Pero es que además, el calor también provoca deshidratación. Y cómo el cuerpo es sabio, tiene mecanismos para ahorrar agua, por ejemplo fabricar menos orina y hacer las heces, (las cacotas) más secas. 

 

Ya se ha visto en animales que no tener suficiente agua de forma crónica altera la composición de la microbiota intestinal, osea, el tipo de bacterias que tenemos. Incluso hay menos células inmunes en el intestino. 

 

Pero de nuevo, necesitamos más investigación, sobre todo en humanos.

 

¿Cómo podemos ayudar a nuestra microbiota intestinal?

  • Comiendo de forma saludable: Lo que os digo siempre, mejor alimentos vegetales como frutas, hortalizas, legumbres, alimentos integrales y frutos secos. Cuanto más de eso mejor. En parte porque contienen fibra, que es un prebiótico, o lo que es lo mismo, comida para bacterias.
  • Evitando alimentos ricos en grasas y cargados de azúcar y/o sal: Se ha visto que este tipo de alimentos, como los ultraprocesados, favorecen que crezcan las bacterias malas.
  • Comiendo alimentos probióticos, es decir, alimentos que contienen bacterias buenas vivas como el yogur, el kefir y alimentos fermentados.
  • Haciendo ejercicio
  • No tomando antibióticos sin receta.
  • Cuidando nuestra salud mental.

Si sigues estos consejos, la comunidad de vecinos que vive en tu cuerpo y tú os llevaréis mejor y podrás prevenir muchos problemas de salud.

 

Referencias:

https://translational-medicine.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12967-022-03296-9

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2405654521001773 

https://www.cell.com/iscience/fulltext/S2589-0042(24)01125-8 

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/38994870/

https://link.springer.com/article/10.1007/s12088-021-00948-0#Sec13

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1440244020306629

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0723202015000454

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6835969/ 

https://www.medicalnewstoday.com/articles/gut-microbiome-fluctuates-throughout-the-day-and-across-seasons#Details-from-the-gut-microbiome-study

https://www.cell.com/cell-metabolism/pdf/S1550-4131(21)00122-4.pdf

https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-en-vestido-blanco-libro-de-lectura-5852476/ 

Libro: Tu cerebro tiene hambre. Boticaria García (2023)

 

Imágenes: 

Foto de cottonbro studio: https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-en-vestido-blanco-libro-de-lectura-5852476/ 

Image by OpenClipart-Vectors from Pixabay

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